Aunque el coste inicial de las fuentes de luz convencionales es inferior que el de los LED, los costes operativos y de mantenimiento del LED son significativamente inferiores. Los LED, con una vida útil superior, reducen el coste del mantenimiento y de sustitución de las lámparas. Puesto que los LED tienen una frecuencia de sustitución inferior, el propietario invierte menos en lámparas nuevas y en la mano de obra necesaria para su cambio. Los LED también consumen menos energía, por lo que el coste general de un sistema de LED puede ser significativamente inferior que el de los sistemas de iluminación convencionales. La mayoría de aplicaciones con LED tiene un periodo de amortización de tan solo tres a cuatro años
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